poemario de Edith Lomovasky- Goel, 2004





La otra plegaria

Jerusalén,
el sol de los calvarios.

Que nadie rece
en tus colinas de luz
su fe estridente

Jerusalén:
ama
el breve glosario de Dios

Olvida
el himno brutal

Deshila
la insípida bandera

Cruza
el corazón de los exilios

 

Dibuja
la eternidad
con el lento temblor
de tu caligrafía


Amate ámanos circunda los fuegos de hormigas glotonas suspende la mutilación de los manjares y las citas vence la tentación del heroísmo descarriado deconstruye los ladrillos del derrumbe teje nuevos apetitos sin nombre sin dirección sin antorcha eres ouróboros ábrete abre los ojos


Ríndete
carnosa
fantasmal
en el invierno
en el infierno
en el orificio del último refugio

Abandona
la santidad
el duelo

Mírame:
estoy aquí
tarareando
con espanto
una canción
en la última trinchera.

No somos los favoritos de Dios los mártires las víctimas diablos ni ángeles somos de piel y semillas  fundemos en los sueños el color irrevocable y venoso de este gran dolor sin patria ya no soy espuma nostágica soy mar soy mar soy mar la intifada corre en mí como el pedregullo dormido en el seno de un río unívoco alguien se balancea roza mi seno mis vísceras un curandero filipino extrae la sangre de la tierra y la mezcla con la entraña mi vientre se unta de un río que no cesa En esta oscuridad la vida nos repite no escuchamos no tocamos no vemos dónde esta la compasión


Jerusalén

Dónde está
la ruta
de espaldas
al desierto




 
Primera lluvia

No lloraré
La sed de los consuelos me alumbra
El día me alumbra

Me animan las nubes de un blanco palpable las tierras movedizas las arenas que atrapan el pie la voz la sombra ya no quedas ya no queda el telón ni los premios consuelo no hay consuelo hay un primer lugar y esto no es un premio ni un castigo

Las esperas
siempre blancas
Blancas
insanas
Como un hogar
en la hibernación  de una colina.

Haioré
Haioré
Ha-io-ré*

Cortinas de agua virgen
La sed sigue alerta
entre cobijas
Ya no espero
la salvación
en un amante
ya no doy
mi seda
a un amante
ni la vida

Ya no regalo mi inmensa compasión
en la primicia de las plazas
al mejor postor
a la mejor de las sonrisas

Ahora sólo respiro y trago
a borbotones
et ha- io-ré*.

* haioré: en hebreo, la primera lluvia que anuncia la cercanía del invierno


 
Los tabernáculos

Es fiesta

Hay invitados
manteles de nieve
cristales temblorosos
derramando granate
en las ranuras

Cielo azul

Estamos
en la eternidad de la antesala

Las voces se escurren
por el hueco del ascensor

Desde el vano de una puerta
imaginamos
el ramo de rigor
el vino
los huéspedes sin paz.

 
En la cárcel
en los tanques
la sed garabatea
en las paredes
una maldición que nos resguarda

Desde aquí
- dónde estoy-
prefiero no contar
los árboles humeantes
la sonrisa ansiosa de otro dios

En la rueda de mis días
no hay un nombre
para el jardín invisible
que huyó de Jerusalén
con destino incierto a otras aguas.


Tajana Mercazit *

Quiero ser por fin
un labio sin orquesta.

Bañar los panoramas
con el ardor de un himno
que todos saben
pero callan.

Quiero ser
Un homenaje a esta encrucijada La estación de los transportes y  las mudanzas las lejanías los huesos se transladan vagan por mapas y estaciones sin luz hacia dónde cuándo la canción grasosa plagiada pirata resonará en los oídos en los cuerpos quién se ofrecerá esta tarde desde el oro de ukrania agitada desde el muro de la supervivencia ella sabía no sabía quería no eligió este burdel eligió este burdel decenas de cuerpos desfilan y ruegan y ellas transladan sus vísceras hacia cercanías terminales con cargamentos de billetes intocables resbaladizos tardes pringosas de tajaná mercazit * siempre en las vísperas de una sensualidad la carne ajena siempre ajena tan ajena tan ajena siempre algo se roba a los cuerpos el cuerpo se envuelve en un sudor que no acompaña ninguna mejoría no hay curación en el andén llegará otro cuerpo otro cuerpo otro andén otra cortina roja otra puerta vaivén otro tren de lejanías

* La terminal de autobuses en Tel Aviv. Punto de encuentro de colores, aromas y rostros deseables e indeseables


 
Viaje a Ramla-Lod

Voy por la ruta
tangente a la demencia
Nefesh*.
Después, la prisión*.
El Shuk*

El aroma oculta
la soledad en las parcelas diminutas

Bombay ofrece su música en Lod
Un cielo de azafrán y de ovejas.

El aire casi dorado
casi arena
encandila una ruta de patios en las vísperas del derrumbe.
La saga de tafetas infernales roza mis mejillas.
El genio fugaz
jamás regresa
a las lámparas.

Un moazín*
congrega  voces que no me tocan nunca.

Piso
lentamente
el empedrado
Me rozan sus cardos
como un improvisado Gólgota.

Nefesh: en hebreo, mente. En el trayecto de Rishon a Ramle, así llaman a la parada  frente al manicomio de Beer Yaacov (Beit Jolim Lejolei Nefesh: hospital para enfermos mentales)

Shuk: zoco

moazin: en hebreo, almuédano. El que convoca a la oración desde el minarete de una mezquita


Indefinido

Casas
sin el techo de la prisa

Senderos sin ciprés
Cercos de buganvillas

Un tren cruza
el ojo sepulcral de las cavernas

Haifa
Ya es tarde

Tel Aviv
Una estridencia de vidrios y metal

¿Qué nos queda?
Salvé
las risas de Bombay
el devorador de las especias

Soy yo: la bailarina de promesas y cuchillos.
En esta hora de gracia
olvido el filo interminable

Viajo
me alejo me alejo regreso a lo que nunca soñé regreso al fruto de este aire en este instante sin antes ni después ya no esperamos no hay tren no hay andén ni números ni nada se incinera semmai un río me habla nos murmura el secreto let go let go let go  comme mai todo resulta ser lo que respiramos here and now
viajo
viajo porque el inventario es más limpio así más breve no hay enmiendas no hay encomienda no hay nada que retirar de la altísima oficina todo está descalzo aquí cerca lo que existe está aquí presente e inmediato sonriéndole a mis extremidades tocándonos las huellas con un amor ajado y nuevo una bendición no hay sermón no hay reino de los cielos no hay diente por diente no hay ojos en los ojos.


Después de la visita

Te espero
en la blancura impaciente de mis vidas

Trago la soledad
desde el fondo de este vino
sin murallas.

Ahora es el silencio.

Perdí los pasos en la tierra.
Busco tu voz
en las ranuras.

Un solo caracol de luz
se cuela en mis entrañas.

¿Será esa la señal
   para que guarde tu nombre
   en los faros?

  A pesar de que es ya noche
  A pesar de las mudeces
  y la muerte de las lunas
   
 Espero la consigna.
  
A pesar de todo el desamor
espero la consigna.

 


                           Desnudez

El incógnito aroma
de tu flanco y de tu voz
ocupan todos los ríos de mis días.

Cada cuerpo
cada alma
está tan sola
tan fraguada
en el vaivén de las esperas.

Eres de tormenta
y seda.

Nuestro abrazo
es un refugio imposible.

Quedamos anclados
en las cumbres de las rosas.

Yo sin mordaza.
Tú sin brújula.

Los dos sin luz.

Sin osamenta.

 


                          El final de la guerra

Ando
con los corazones
disfrazados de hogazas.

¿Quién los devora?

No es verdad.

Los panes se apresuran
pero siempre hay un vacío.
Siempre llegan tarde
al refugio de las bocas.


Busco el campo absoluto.
Sin santos.
Sin batallas.

En los monumentos
en las piedras
jamבs renacerá
el canto de las aguas.

Me interno en el lecho de las horas.
Fluvial
Transparente.

 

En un beso tántrico
celebro la comunión
de los bosques.

Un príncipe
hambriento como yo
conjura a los fuegos
y funde su piel
con mis auroras.

Y a eso lo llamamos comunión.


                                 Supervivencia


El aliento de un camión
azotó la firmeza de mis pasos

Quedé descalza
en medio de las rutas.

Alguien
Algo
Otra caparazón
tocó la mía.

Las carrocerías
se derrumbaron
en el peregrinaje
hacia los panes
y las lluvias.

Las puertas
abandonaron mi intemperie.

Aquí sigo
sin los envoltorios del color
Epidérmica.

Todo duele
en estas tardes nítidas.

Tanto sol.
Tanta cordura.



La vigilia
desgasta
la inmediatez de los sueños
atrapados en las sábanas.

Hilos y vainillas.
Lino y coral.
La risa de las abuelas
persiste en las almohadas.

La candidez abandonó
todas mis hamacas.

Estoy despierta.
Tan despierta.

Tampoco aquí
está la calma.




Es sórdido
quedarse a esperar milagros
en el revés de las agendas.

Creer al pie de la letra
en las palabras
en los silencios elocuentes
es la peor de las amnesias.

Lo mejor sería
respetar solamente
números y fechas.

Prestar abrazos.
Prestar las cúspides del cuerpo.

Sólo un préstamo fugaz.

Nunca zarpar.
Siempre quedarnos en la orilla.

Vivir vicariamente
con un único compás.
No salirse nunca de la raya.
Respetar las líneas divisorias.

No dormir jamás desnuda
junto a un volcán.
No saciar del todo
el hambre
la sed
en los recodos de las venas.

Lo más aconsejable
es vivir de a poco
sin sobresaltos
ni tormentas.

Sin el peligro de dos cuerpos confidentes
en la arena.

Si yo pudiera
ser feliz en el letargo.

Pero mis suelas
pisan firmes
sólo en altamar
y en los territorios de sangre torrencial.
Sin héroe tutelar
y sin bandera.


A Alanis Morrisset, a los polos opuestos
de nuestros planetas interiores



Soy un circo
y un templo.

Recojo en las calles
la virtud
y la locura.

Amo en las mañanas
todas las piedras del camino
los huracanes
y las lluvias.

Lo mejor de mi carne se ha quedado
en el recinto equilibrista

La nitidez de mis letras
espanta siempre
a lo mejor de las audiencias.

Me está permitido:
tartamudear
asentir
lamentarme
postergar
y bailar con cautela
el folklore de una patria lisa.

Y bordar en punto cruz
Y cocinar para el sábado
Y ayunar
siempre que se pueda.

Y también educar a mis hijos
para ganar  sin piedad
guerra
por guerra.

Me está prohibido:
seguir a mi cuerpo
volver descalza a las aldeas.
Abrazar el vientre del prójimo
antes de haber leído
su diploma
su curriculum
su certificado
de buena conducta
y de supervivencia.

Vengo del planeta
de las risas.

Vivo gracias a la indecencia
de unos campos quemados
en los jadeos de la siesta.



Para el que no llora.
Para el que agenda
hasta el mínimo gesto de sus días.

Van mis palabras
y su música.

Esa música
se perderá en los pasillos de luz
corta y mezquina.

Mi pequeño cuerpo
mis itinerarios
resbalarán
por pavimentos ajenos


Nada digno de mención.

Porque el mensaje importante
siempre queda
en los hiatos de las almas.




Yo y mi silencio
sin historia
de pueblo perseguido.

Lejos de mis ancestros
y mis venas.

Tanteo este exceso
de luz mediterránea.

Me encandilan
las ciudades que huyen de mis pasos.

Vuelo en busca
de un corazón blindado
que devore
con mil nombres
mis entrañas.

En este ligero plumaje
se instaló
el perfume hambriento de las hadas.

Quiero dormir
en un universo sin el temible Dios de las infancias.

Vuelo
y llego
a la fosforescencia
que insiste entre las aguas.



Soy la dueña
de la íntima flor
que crece en las ranuras de las balsas.

Me desato
por fin
de los hombres que buscan
el vuelo sin ojos
el abrazo oscuro
sin palabras.

Y a eso
lo llaman libertad.


Desde este mundo demasiado vertiginoso para mis sueños


No soy
ni el domador
ni los leones.

Acaso sí.

Corro por espacios
en los que no existo.

Ni existen tampoco
mi vida
mi muerte
mis taquicardias.

Estoy tejida
de una voz caliente
como las termas de un enigma subterráneo.

Un coro virtual y pasajero
roza
mis púbicas campanas.

Busco
el amparo de otro clan.

Y confieso una cierta salvación
en otras cuevas.


Abrete sésamo
Iníciame los surcos

Protege a mis inviernos
en el vértigo de la carne entrecerrada.



Estallé contra mis diques
y no hallé una voz
en los secretos de mi río.

Otro cuerpo
otra alma incógnita
habitaba mi cuello
con su sangre espasmódica
y guardada.

Y yo
en cambio
soy muy exhaustiva
en los afanes del amor

Cuándo quedará colgada de tu pelo
la premura del miedo
la muerte prístina
el bálsamo
aromado
de naranjas
y cenizas



Amor a la ciudad vieja                                                              7/5/89- 24/6/04


Nunca quise vivir
en un lugar de piedras muertas

pisé el aire bíblico
crucé la frontera
y me interné
en los mil y un días del desierto.

las aguas jamás se separaron bajo mis plantas y la antártida se convirtió en un viejo almacén de mentiras frías el titanic recuperó su mirada atónita la punta del iceberg surgió de un mar salado y muerto las siete plagas las siete vacas flacas los huesos trizados de una hamaca cruzaron sin volver sin preguntar los nombres la hora ni el color de los ojos que aún me quedan

las callejuelas mudan el encanto en un espanto en una turbia producción de terror televisada entrevistada prime time de las culpas apoltronadas en un cómodo sillón de escandinavia o boston o amsterdam

el miedo que sentimos en la boca antes de empezar el día afuera es un bello item muy feng shui en el paisaje de CNN o BBC o NBC o esas siglas que nunca desnudan los pequeños nombres del dolor de cuerpo y alma

llegué a mi isla de especias

hubo explosiones
Las piedras vivas rompieron el hechizo
Mor vekinamón*
Pisamos la Tierra de Nadie
Las piedras rodaron
Se cerraron los portales
de mi ciudad encantada

Las piedras taparon los ojos de almendra
y los labios de nuez
Mis senos se poblaron de buitres
y un pulular de ghettos estalló en mis huecos.


Bajé a la costa.


La espuma del Mediterráneo
bendijo mis sentidos.


*mor vekinamón: en hebreo, mirra y canela. Alusión al Cantar de los Cantares


El continente solitario

Incontable como el mar
el horizonte
traiciona
a esta planicie áspera.

Aspera
como la Inmensa Tortuga.

¿De qué color es
el mundo infinito
que cargo a mis espaldas?

El mundo antes de ser redondo era una masa azul que un coloso llevaba sobre los hombros los terremotos eran el momento de la ruptura el cambio de guardia entre un hombro y otro hombro por qué somos ahora un globo diminuto en el caudal de las estrellas por qué los agujeros negros ocultan la ruta devoran nuestro tiempo el otro tiempo el otro tiempo y todo desaparecerá desaparece siempre y las dimensiones son diez doce doy un paso soy la otra en mi camino adónde llego adónde llego



 
A veces
veo sólo
a un mudo ser
que nos silencia.

Entonces
me siento a no esperar.

Ya no cuelgo
ni un botón
ni un cuadro.

Me dedico
a no enmendar
el infranqueable hueco.

Escucho el péndulo

Recupero
mi tibio pecado de lujuria.

No se trata de Dios ni de las nubes no se trata de las penas capitales ni del pecado de soberbia se trata de una piccola amnistía a las voces de este corazón múltiple y secreto que siempre tan pocos conocen se trata de encontrar otro relámpago en el cielo tan negro tan absolutamente mudo se trata de una tregua a mis vidas invisibles y sonoras para hablarle desde la mudez a mis princesas


Quiero vaciarme en la corriente
Que se salven
de esta inmensa oscuridad
el titubeo de mis ojos
la perfección de los metales
llamando al silencio
de una iglesia
inhóspita


Disegno dal vero
                                          a una de las Florencias que conocí

Una acuarela rosa
bermellón
amaina en nuestros labios.

Apoyo en tu tronco
mi vejez
mi íntima acrobacia.

Un colombario detiene
el aire temporal
que nos cobija.

Abro las palmas de mis manos.

Un nudo de vuelos
rasga mi falda.

Entonces
¿Quién soy yo?


Quiero cruzar el mar
Devorar las ostras
Saquear todas las perlas

Escupirle
a mi ciudadanía ejemplar
la mágica ceniza

Nuestra piel
es un instante
Dura lo que el hipo
Lo que el botón de un exterminio

Quiero ser la vida ejemplar la noche ejemplar la concubina ejemplar la sacerdotisa del dolor y el éxtasis la monja de clausura para callar la letra  las notas toda la música

Entre las membranas del cielo
sobrevivo

El verdadero cauce de los ríos
horada mi desnudo

¿Dónde desembarca el día?

Mapa veloz

El vocabulario verde
de otras lomas
apresura mis rodillas
Lejos del Ayalón*
encuentro mis entrañas

Mis piernas detienen
el vertiginoso telar.

Y no hay abrigo final
No hay abrigo
en este
árido
camino
en este sitio de las voces de metal


No hay
abrigo



*Ayalon: autopista cerca de Tel Aviv

Mediterráneo
Sediento
Feliz

Bebe a borbotones
el infinito azul
de mi íntima ventana.


Ciudad deconstruida

Cruzo un parque gris.

Mi paso veloz
es el comentario
a este plástico verdor.

Miro la arena final.

Voy plegando en el grito
el timón
y los restos de júbilo
en la falda.

Tel Aviv
Empalizada
sin recompensa.

Nadie asalta
jamás
el alto muro
de las aguas.



 
Tel Aviv aplasta al mar

El Mediterráneo inmediato
está habitado por un cardumen
sintético
preciso

Devora
a la diosa de la espuma
al turismo
a los restos del manjar.

El mar sin marineros
sobrevive en Tel Aviv
entre el horror
y las capas de asfalto.

Después de los monólogos
la ciudad acaba
abrupta.

Qué poco universo hay
en esta orilla.


Ciudad deconstruida

Cruzo un parque gris.

Mi paso veloz
es el comentario
a este plástico verdor.

Miro la arena final.

Voy plegando en el grito
el timón
y los restos de júbilo
en la falda.

Tel Aviv
Empalizada
sin recompensa.

Nadie asalta
jamás
el alto muro
de las aguas.



 
Tel Aviv aplasta al mar

El Mediterráneo inmediato
está habitado por un cardumen
sintético
preciso

Devora
a la diosa de la espuma
al turismo
a los restos del manjar.

El mar sin marineros
sobrevive en Tel Aviv
entre el horror
y las capas de asfalto.

Después de los monólogos
la ciudad acaba
abrupta.

Qué poco universo hay
en esta orilla.


                                Hey, babe, take a walk on the wild side

Lo que más quisiera
en este preciso momento
de las vísperas
es
adiestrar mi paso sobre el mar
y adentrarme en las olas
sobre la grupa de un caballo
desnudo

Espero al jinete de otras danzas
en la plata palpitante de esta noche


Me duele esta primavera sin jazmín

El desierto
mediterráneo
ha sido ocultado
entre un césped sin hermanos

Es tan arenoso
el ritmo de estas plazas.

Y aquí te espero,
vacías las canastas.

Lo único que consumo de verdad
es la alegría de la piel.
La alegría de las horas
espera

Y ahí quedan mis preguntas
rozagantes
con la sed suspendida en las hamacas.

El capitán de otros naufragios
llega a mi vida
y me ofrenda su canción mבs silenciosa.

La embriaguez de mis bodegas
se llena de otra voz

Después de todos los trajines y los puertos
no conseguimos jamás
el visado hacia la patria.

Hemos perdido
para siempre
el tren sereno de las siestas.
Nos permanece
en medio del pecho
el tintinear de los besos
caídos en las copas.

Esa es nuestra bella reliquia:
somos dos bailarines
que inventaron la paz
en el puente entre un fuego
y otro fuego.


Piso
la alucinación de una terraza
Un cementerio

De la mano de un amante
que sabe nombrarme
en el bautismo de las sedas
y las risas.

La única certeza del milenio
es mi sed
danzando en la velocidad de los refugios.

Soy feliz
cuando la linterna de otros parques
encandila mis pasos.

Y el carnaval se instala en mis caderas

Que bella mentira
le contamos a la muerte
en nombre de la música


Mi amado recorre el infinito
desde la frialdad de los botones
hasta el plumaje asombrado de mis senos.

Nuestra jaula es pasajera
Nuestras alas son pasajeras

Salgamos a volar
Volemos
Olvidemos la planicie
Faltemos a las citas.


                                    Lo que más brilla en nosotros nunca es oro.

 Una cadena
se desliza por las escaleras
mecánicas

Unas botas gastadas
pisan
sin voluntad
el escenario de los besos

Caen al vacío
para siempre
las cosquillas  de una nariz
en el pliegue de algún cuello.

Y los raros  secretos
hechos de arena y frenesí
se colaron al caracol de las orejas

La que perdió esa cadena
brillará
cuando los rayos de la luna
acaricien su insomnio

Cuando la aurora visite
su cuerpo
saciado de amor entre linternas.


Voy desnuda
tocando el corazón de las nubes
con mi interminable piel
de equilibrista.

La vida se escurre
por un techo de jazmines
y bebe
sin ahínco
el elixir secreto

En la oscuridad del viejo día
ya
no
estoy


Especialmente en las noches sin faro el mar de mi ceguera se agota Hago lo que puedo para mirar el porvenir entre las tierras nada repite aquel deseo aquel ritmo aquella ceremonia Hoy es el día de las primicias el trigo es protagonista las canastas helénicas las coronas de flores protegidas todos vestimos de blanco todo es sonriente sin mancha somos la paciencia escondida en las semillas En la incadescente religión  el césped recupera su seda y en mi arena en las arenas de viejos espejismos no hay festejo no hay primicias hay vuelos atroces hay jinetes que montan su ira caravanas de amantes inhóspitos desérticos sedientos dónde están dónde está la orilla la orilla del Mar Muerto el Mar Rojo la sal la efigie de sal la mujer que quiso mirar su pasado y se quedó sola petrificada en las arenas.

Harta ya
de amores sin decir
salgo a reivindicar
al ave
al tren
A las brasas de esta aurora.


                                              En el léxico de la salvación, la Desilusión llega antes del Despertar
                                                                                                                Rev. Chuan Yuan Shakya

De alma
a
alma
confieso
que hoy me duele
el corazón de las esperas.

En los días de este mundo
declaramos
la guerra
los premios desiertos.
La independencia la claridad la cercanía del huracán declaramos el amor Declaramos la quiebra  el resto de la garganta el comienzo de las vacas flacas la división de los mares declaramos que los diez mandamientos son de Dios que Jesús es un hombre que la santidad es morir matando declaramos a la prensa las intimidades de la silla la mesa sin mantel esto monótono e inocuo que llamamos libertad o espera

¿Por qué y hasta cuándo
callar los grandes amores
la mejor tormenta de los cuerpos?

                                                                                      

                                                                                                     Sumérgete en las profundidades.
                                                                                                    La quietud es profunda
                                                                                                                 Seng T'san, tercer patriarca Zen

De muerte
tierra
y pan cordial
está hecho el sendero.

Siempre  la perogrullada del día nuevo golpea a mi ventana y el sol el sol el sol me muerde el pecho con esa ternura del no a las despedidas alguien me abraza el sol abrasa todo pierde el sentido y casi el color el jamsín*envuelve la cuna celestial alguien abraza mi contorno mis montes el lugar de las cosechas alguien cosecha y se me va yo también abandono y no hablo más quién me detiene quién no me deja escapar quién me grita El silencio es la mejor velada y después de una velada fugaz con un cuerpo fugaz ya no hay contienda no hay cómo estás qué haces que te parece si...

En este abrazo
en nuestro nombre secreto
hay más cielo
y más agua
que el continente
de todas las miradas.

*jamsín: siroco, en hebreo

Tengo
tantos ojos
tanta luz

Y sin embargo
no soy la dueña de mis pieles de ayer
y en un hoy
siempre borroso
me apabullan los ecos
tan lejos de las anclas.                                    



Dios de las orillas:
déjame los horizontes
para clavar
el canto abrasador
las tintas rojas.

Un mar separa las malditas repúblicas del miedo La sal la herida es hermosa y ancestral ya no hay tiempo ya no hay otros ojos otros labios estas son las últimas células del amor ahora o nunca nunca nunca habrá otro sinai

Como Moisés
paseo un olor de salvación
por la fragilidad del templo.

Como Moisés
me pierdo y me confundo
en la precisión exasperante de las zarzas.